Ha transcurrido mucho tiempo desde el paso de san Benito por la tierra. Pero su figura, su obra y, sobre todo, su mensaje, contenido en la Regla escrita por él, para que en los monasterios la observasen sus discípulos, sigue interesando aún hoy día por muchos motivos. Con ella, practicada en innumerables monasterios diseminados por toda Europa, presidió el nacimiento de la cristiandad medieval. La Regla fue la norma que alentó aquellos hogares de vida cristiana, al par que influyentes núcleos de civilización y de cultura. Fue la que inculcó la primacía de los valores del espíritu, el reencuentro del hombre consigo mismo, la fraternidad universal, la dignificación del trabajo manual, el amor hacia el estudio y el saber de la antigüedad, la disciplina, el orden y la paz.