La intensidad a la que juegan actualmente los equipos de fútbol, marca el ritmo al que el cerebro procesa la información para decidir a tiempo. En este contexto, de entre todos los aspectos que el portero de fútbol debe dominar en las dos fases del juego, la velocidad mental, marca la diferencia para -ver e intuir qué va a hacer el poseedor del balón- antes de que éste haya decidido tácticamente. Por ello, para tener la seguridad de controlar mentalmente cada situación es necesario que el portero mantenga una conexión equilibrada con el cuerpo en movimiento, con lo que piensa y con lo que siente. Y aquí la lateralidad es un indicador clave que debemos entrenar para dominar con seguridad el perfil y la posición corporal en la toma de decisiones. Por ello, tras la lectura de este libro, será más sencillo entender que en el fútbol ser diestro o zurdo, no solo condiciona el enfoque a la hora de percibir el juego, sino además, el carácter, la personalidad, y por tanto el rendimiento del portero.