El sector público se ha convertido en un refugio, y en un vestigio, para la economía moribunda de la clase media de los Estados Unidos. A medida que los universos laborales público y privado han seguido direcciones divergentes, las brechas existentes entre estos dos mundos están distorsionando la acción de Gobierno de formas no deseadas. Tres décadas de turbulencias económicas han provocado que los puestos de trabajo estadounidenses sean más exigentes y menos seguros, mejor remunerados para los trabajadores más cualificados y peor remunerados para los trabajadores sin una gran formación. Esta revolución laboral, sin embargo, no ha afectado al Gobierno. Los empleados públicos, que representan aproximadamente una sexta parte de la población activa, siguen trabajando bajo las mismas condiciones de riesgos y oportunidades limitadas que caracterizaron la mayor parte de los sectores de la economía durante el auge de la clase media después de la Segunda Guerra Mundial. La divergencia entre los caminos seguidos por el empleo público y el privado se ha intensificado consolidando así una pauta de larga duración: los trabajadores más cualificados desprecian los empleos públicos, mientras que los trabajadores menos cualificados se aferran a estos al considerarlos un refugio ante las duras condiciones laborales impuestas por el sector privado. La primera tendencia crea un déficit crónico de talento en el sector público. Y la segunda provoca que el empleo público sea rígido y resistente al cambio. Y ambas tendencias contribuyen a las deficiencias de la actuación del sector público. La Deformación de la Acción de Gobierno documenta el aislamiento del Gobierno respecto del resto de la economía estadounidense y presenta el difícil dilema al que nos enfrentamos para reducir o acomodar la brecha existente entre el empleo público y el empleo privado.