En medio de la Gran Depresión americana, una mujer logrará que la vida, poderosa, se abra camino cargada de esperanza. Un libro imprescindible para aquellas madres que creen en la sabiduría de la madre naturaleza. La Bolsa se ha hundido. América se sumerge en la Gran Depresión. Una mujer, a solas, trata de infundir esperanza a las madres más necesitadas, mientras el mundo, a su alrededor, comienza a desangrarse. La comadrona Patiente Murphy tiene un don: es capaz de ayudar a las madres a dar a luz infundiéndoles energía, optimismo y esperanza. Aislada en medio de las montañas de los Apalaches, sumido el país en una tremenda depresión económica de la que nadie ha logrado librarse, Patiente corre de un hogar a otro y si el jueves negro está en casa del desesperado propietario de las minas de carbón que pronto se verá sumido en la ruina, pocos días después recorre caminos embarrados y casi intransitables hasta el campamento minero insalubre donde se hacinan los inmigrantes. Su valentía y su dedicación pronto la convierten en imprescindible y aunque Patiente sabe que su éxito se debe a la confianza y la cercanía con la que trata a las futuras madres, ella guarda celosamente en su interior los secretos de un pasado que siempre amenaza con volvérsele en contra. Tan solo la amistad de Bisty, la criada de color que pronto se convierte en valiosa ayudante y la cercanía de Daniel, el veterinario, permitirán a Patiente, poco a poco, encontrar un hogar. Honesta, conmovedora y cautivadora en sus detalles, La comadrona de Hoper River describe con autenticidad la realidad de unos tiempos tremendamente duros y difíciles a los que la autora ha sabido irradiar luz y vida a través de los personajes protagonistas.