La historia de las relaciones hispanolusas en la Edad Moderna se extiende más allá de los 60 años en que Portugal formó parte de la Monarquía de España. Si 1640 sancionó un distanciamiento inequívoco entre Lisboa y Madrid que ya no tendría vuelta atrás, no es menos cierto que los canales de comunicación entre portugueses y españoles siguieron vigentes tras la separación y que cierta idea de hispanidad, forzosamente ligada a la geografía y visible a ambos lados de la frontera, pervivió hasta bien entrado el siglo xviii. Este libro aborda una realidad posterior a la Restauración portuguesa en la que la interacción y el conflicto, desde la memoria de un pasado común, marcaron el devenir de los ibéricos en la Península y América.