Para reunirse con su marido, ingeniero contratado para la construcción de una central hidroeléctrica, la española Marisa Mestres llegó con sus hijos a Venezuela a mediados del siglo XX. Su destino era la zona más tropical del país: la infinita Guayana, tal vez el paraje más espectacular del orbe, con sobrecogedoras selvas y caudalosos ríos, y saltos de agua como el del Ángel, con casi mil metros de caída libre. Este libro, escrito por ella misma, recoge sus insólitas vivencias en tan peculiar medio, y a la descripción de lo que observa -lugares paradisíacos, animales exóticos, personajes singulares...- añade la expresión sincera de lo que siente. La autora llegó a Venezuela en una época en que el país se encontraba en el umbral de un formidable porvenir, lo que hizo que miles de europeos, atraídos por las posibilidades que ofrecía, no vacilaran en cruzar el charco (muchos de ellos en precarias condiciones), de manera que a fines de los cincuenta constituían más del quince por ciento de la población total. Aquel momento de promesas quedaría atrás en el tiempo, y hoy sólo nos queda saborear páginas tan apasionantes como las que nos brinda Marisa Mestres, que conforman un periplo fascinante y un documento de ingente valor histórico y etnológico.