En una época marcada por la pólvora y el pedernal, la bayoneta y el sable, los asedios y las carencias alimentarias, surgió la Tribuna revolucionaria. El poder de las palabras, la pluma y los periódicos, los discursos y los decretos revolucionarios irrumpieron en el fragor de la contienda. Primero en la Isla de León y después en Cádiz. Las Cortes que se reunieron a partir del 24 de septiembre de 1810 fueron muy diferentes a las conocidas hasta entonces. Especialmente porque dieron representación política a los territorios americanos y filipinos, hasta entonces colonias del rey. Los diputados americanos en esas Cortes no fueron unos aventureros Les impulsó algo especial, una ilusión capaz de transformar el Antiguo Régimen. Fue por ello que tanto los decretos gaditanos como la Constitución de 1812 se aplicaron tanto en España como en América, planteando un Estado-nación transoceánico, es decir, una Commonwealth.