Cuando en 1850 Théophile Gautier inició el Grand Tour por Italia –ese viaje de aprendizaje que no faltaba en la agenda de todo intelectual, estudioso y curioso que se preciara de tal–, la unificación italiana solo estaba en proceso, Garibaldi vivía exiliado en Nueva York, y parte de Italia estaba en manos austríacas. En su periplo italiano, Gautier pasó varios días en Milán, Verona, Padua, Ferrara, Bolonia y Florencia, pero invirtió meses sólo en Venecia.