En una isla desierta, Mongard y sus piratas se encuentran con un hombrecillo flaco y peludo. Es Panajotis, un ladrón griego abandonado allí después de haber fallado el golpe del siglo: robar el tesoro del Gran Sultán de Constantinopla. Para los piratas, la palabra «tesoro» es como un imán, así que deciden abordar la empresa.