Con la publicación de El Reino y la Gloria Giorgio Agamben añade un nuevo capítulo a su investigación sobre la genealogía del poder emprendida ya hace una década con Homo Sacer y enriquece con singulares hallazgos una obra que ocupa ya, sin lugar a dudas, una posición de privilegio en la filosofía política actual. En esta ocasión, el autor acude a la teología cristiana, cuyas fuentes analiza con un rigor inusitado en este ámbito, para tratar de probar la existencia de dos paradigmas políticos en sentido lato: la teología política, que funda en el Dios único la trascendencia del poder soberano, y la teología económica, que implica que la teología misma, mucho antes del proceso de secularización, es ya concebida como una oikonomia, a partir de la distinción entre unidad y trinidad divinas y de la composición entre “trinidad de sustancia” y “trinidad económica” en la patrística. La compleja articulación entre ambas dimensiones, trascendencia, soberanía y reino, por un lado, e inmanencia, gobierno y administración por otro, explica una gran parte de las categorías fundamentales de la política moderna, y muy en especial el creciente predominio de la segunda sobre la primera. Y el mismo paradigma teológico-económico está también en la raíz de la teoría económica del liberalismo, desde los fisiócratas y Adam Smith, obedientes todas ellas a un modelo fundado de modo estricto en la Providencia.