Nadie pone en duda que el legado cultural alemán es de una riqueza extraordinaria, ni su decisiva contribución al perfil de la cultura universal. Por ello, a veces con escándalo, otras con un sentimiento de claudicación, todos nos preguntamos cómo es posible que uno de los destinos de esa trayectoria fuera la trágica confusión de barbarie y racionalismo desquiciado que caracterizó el período nazi.