El francés es una de las grandes lenguas del mundo, rivaliza con el inglés como lengua para la diplomacia internacional. Además de ser lengua oficial en Francia también lo es en Bélgica, Suiza, Canadá, Luxemburgo, Haití y en más de quince países africanos y varias dependencias francesas tales como St. Pierre y Miquelon (de la costa de Terranova), Guadalupe y Martinica (en el Caribe), la Guayana Francesa (en América del sur), reunión (en el océano indio), y Caledonia nuevo y Tahití (en el Pacífico del sur). Además, el francés es la segunda lengua oficial de un considerable número de países como Marruecos, Túnez, Argelia, Líbano, Siria, Laos, Camboya, y Vietnam. Con todo lo dicho, es la lengua materna de cerca de 75 millones de personas y de unos cuantos más que la tienen como segunda lengua. Cuando Dios creó la lengua francesa, primero creó la regla y después la excepción para incitar la tentación, así describe la propia lengua un célebre lingüista francés. En efecto, a pesar de que el francés tenga fama de estar lleno de excepciones, no dramaticemos, aprenderlo no es tan difícil como parece. El Francés, sin menospreciar la gramática, se especializa en la lengua hablada e ignora deliberadamente algunos aspectos demasiado sofisticados. Propone una inmersión en el lenguaje cotidiano, utilizando expresiones coloquiales útiles que satisfagan las exigencias de los aventureros que se encuentran por primera vez ante esta bella lengua.