Este delicioso Elogio de la bicicleta pasa por tres etapas narrativas: el mito, la epopeya y la utopía. A pesar de que sus dimensiones mítica y heroica han sufrido algunos reveses derivados de su vinculación a las desviaciones del deporte profesional y el doping, la bicicleta –impulsada por las nuevas políticas de la ciudad– regresa con fuerza a los escenarios urbanos y su imagen es objeto de un renovado entusiasmo popular. Podemos ponernos a soñar y proyectar a grandes rasgos una ciudad utópica del mañana en donde la bicicleta y el transporte público sean los únicos medios de desplazamiento. Incluso soñar con un mundo en el que las exigencias de los ciclistas dobleguen el poderío político… siempre y cuando, en el mundo, reinen la paz, la igualdad y el aire puro, tras la ruina de los magnates del petróleo. Sin embargo, en su humildad, la bicicleta nos enseña, ante todo, a estar en armonía con el tiempo y el espacio. Nos hace redescubrir el principio de realidad en un mundo invadido por la ficción y las imágenes. El ciclismo es, por tanto, un humanismo que abre con renacidos bríos las puertas de la utopía y de un futuro más esperanzador: el símbolo de un futuro ecológico para la ciudad del mañana y de un proyecto urbano que tal vez podría reconciliar a la sociedad consigo misma. Marc Augé (Poitiers, 1935) es profesor de antropología y etnología de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, de la cual fue director (1985-1995). También ha sido responsable y director de diferentes investigaciones en el Centre Nacional de la Recherche Scientifique (CNRS). De su extensa obra publicada por Editorial Gedisa destacan: Los no lugares –un clásico de la etnología urbana–, El viajero subterráneo: un etnólogo en el metro, Ficciones de fin de siglo, Diario de guerra: el mundo después del 11 de septiembre, El tiempo en ruinas, ¿Por qué vivimos?, El oficio de antropólogo y Casablanca, una melancólica y delicada reflexión acerca del mítico filme, el cine y el sentido de la vida.