«Si hoy me pregunto por qué amo la literatura, la respuesta que de forma espontánea me viene a la cabeza es: porque me ayuda a vivir. Ya no le pido, como en la adolescencia, que me evite las heridas que podría sufrir en mis contactos con personas reales. Más que excluir las experiencias vividas, me permite descubrir mundos que se sitúan en continuidad con ellas y entenderlas mejor. Creo que no soy el único que la ve así. La literatura, más densa y más elocuente que la vida cotidiana, pero no radicalmente diferente, amplía nuestro universo, nos invita a imaginar otras maneras de concebirlo y de organizarlo.» Con estas palabras, Tzvetan Todorov reivindica su amor por la literatura, lejos de los derroteros que la crítica literaria ha tomado en las últimas décadas, lo cual, como él mismo señala, no tendría más trascendencia si no fuera porque de ello dependen los criterios con que la literatura se enseña y se enseñará en el futuro. En La literatura en peligro, Todorov, a la par que ofrece un recorrido por la historia de las ideas estéticas y un repaso de los motivos que lo llevaron a convertirse en nombre señero del estructuralismo, anima a disfrutar de nuevo de las obras en sí mismas, a dialogar con sus autores. Porque, como él mismo dice, es muy probable que dentro de unos años nadie se acuerde de tantos y tantos teóricos y, sin embargo, siempre habrá quien seguirá emocionándose y comprendiendo el mundo gracias a la literatura.