"La república" y "Las leyes" son, sin duda, las dos obras más pretendidamente originales de toda la producción literaria de Cicerón. A pesar de que el modelo de las mismas como declara el propio autor sean los escritos homónimos de su admirado Platón, el gran filósofo ateniense de los siglos V al IV, los diálogos del romano no son producto de una afortunada especulación filosófica, sino fruto de la experiencia política de quien tuvo en sus manos el timón del Estado. No es utópico el ideal de Estado en Cicerón, sino que aparece confirmado por la organización política real que existía en su patria la ciudad de Roma antes de que las veleidades populistas y dictatoriales de algunos de sus compatriotas comenzaran a minarla.