La botella se viste de etiqueta gracias a productores y diseñadores que cuidan cada detalle, desde el interior al exterior. El vino ya no es el único objeto de deseo. Ante una botella de vino, la vista y el tacto reaccionan antes a los estímulos que el olfato y el gusto. Coger la botella del estante, sentir su tacto, mirar la etiqueta y la contraetiqueta son los primeros pasos para descubrir o imaginar lo que encontra-remos en su interior. Son el primer input que reciben los sentidos y por eso se cuida el envoltorio
la botella, su estética, la presentación. Desde las cajas a las cápsulas, todo debe ir en consonancia, tener coherencia y ser visible. Y en un mercado en el que hay miles de tipos de vinos, hay que encontrar la fórmula para ser vistos.