LA carrera de Carlos Morla Lynch (París, 1885-Madrid, 1969) comenzó en París, donde trabajó como diplomático de la embajada chilena durante los años 1920 a 1928. Fue trasladado a Madrid como encargado de Negocios de la embajada que entonces dirigía Núñez Morgado, aunque su papel fue mucho más importante y decisivo que el de este, pues durante los años de la guerra civil, cientos de personas buscaron refugio en la delegación chilena y pudieron salvarse sólo gracias a la habilidad diplomática de Morla y a su generosidad humana, que supo dejar de lado los intereses de uno y otro bando. Morla además de diplomático fue un hombre de espíritu creativo y sensible a las artes. Desde muy joven comenzó a escribir sus diarios que son ya considerados como documentos imprescindibles para conocer la vida española de aquellos años, pues por sus páginas veremos pasar, sin distinción de clase o profesión, lo mejor de la cultura española de entonces. Estarán la mayoría de los miembros de la generación del 27 (Lorca, Cernuda, Aleixandre, Alberti, Altolaguirre, Gerardo Diego, Salinas, Jorge Guillén
), pero además aparecerán juntos, y a menudo revueltos, otras muchas figuras del toreo o de la canción, también políticos, actores, escritores, aristócratas, pintores, etc., entre los que se encuentran, sólo por mencionar algunos ejemplos, Manuel Azaña, Pablo Neruda, Julián Besteiro, Vicente Huidobro, Alejandro Lerroux, Eugenio dOrs, La Argentinita, Ignacio Sánchez Mejía, Gabriela Mistral, Fernando de los Ríos, Gitanillo de Triana, Manuel Ángeles Ortiz, el conde de Romanones, Pastora Imperio, La Niña de los Peines y cien más. Hasta la fecha sólo se ha conseguido publicar una mínima parte de los diarios, que se han recogido en dos libros publicados en 2008 por la Editorial Renacimiento: En España con Federico García Lorca y España sufre. «Quien haya leído los extraordinarios diarios de Carlos Morla Lynch, uno de los más importantes documentos sobre la guerra civil española, y lea ahora estos Informes diplomáticos, no menos inauditos y asombrosos, encontrará muchos parecidos y también grandes y sutiles diferencias y un puñado de no menos valiosas informaciones que desconocía. (
) Quien haya leído España sufre, agradecerá hoy la reedición de los Informes diplomáticos, porque le recordará, con otro tono, resumido y ordenado, las cosas leídas allí. Y quien los lea por primera vez, querrá leer España sufre y completarla con cuantos detalles exactos esperan allí (en general los más íntimos y cotidianos). A ello ha de añadir el lector la continuación de los diarios de Morla Lynch al finalizar la guerra y los diarios de guerra de su hijo, Carlos Morla Vicuña, publicados en esta ocasión por primera vez.» Del prólogo de ANDRÉS TRAPIELLO