Sonia llevaba un rato contemplándose en el espajo. ¿Cómo se podía ligar con esa cara de niña pequeña? Su nariz era demasiado respingona y estaba cubierta de pecas. Sus ojos azul verdosos, antes tan risueños y expresivos, estaban casi ocultos por unos mofletes que parecían los de Heidi en las montañas.