El Año de la fe es el programa pastoral que el papa brinda a todas las Iglesias diseminadas por el mundo, pero con una atención primordial a la cansada fe del llamado Primer Mundo. Cansancio que, de un modo particular, afecta a sus pastores. Pero también su magisterio ha abierto una hoja de ruta para navegar en estos momentos de cierta zozobra y oscuridad. Estas reflexiones sobre la fe entrelazan la fe del pastor con la fe del rebaño, uncidas en un mismo destino. Estas meditaciones pretenden fortalecer la fe del pastor para alentar la fe del rebaño, contemplando a ese pastor que, al frente del rebaño, conduce a las noventa y nueve ovejas restantes y anda en busca de la perdida.Cinco capítulos abarca esta reflexión: en el primero, mediante el icono del lago, describimos el oscurecimiento y debilitamiento de la fe en este tiempo de inclemencia; en el segundo hacemos la propuesta central: cómo fortalecer la fe del pastor para alentar la fe del rebaño; en el tercero bebemos en la fuente inagotable de la vida teologal, para exigir coherencia entre la fe y la vida: la fe se explicita en una vida moral acorde con la caridad; en el cuarto reflexionamos sobre la fe y la fidelidad, reclamando, desde una libertad bien entendida, la perseverancia en la vocación; en el último capítulo invocamos, para una sociedad desvalida y herida, acreditar nuestra a fe por el ejercicio de una misericordia que sana.En cada capítulo dedicamos un apartado específico a la persona del sacerdote, para que cada pastor reflexione, en clima de oración, sobre su propia fe y el ejercicio de su ministerio; y, también, para que la comunidad acompañe y fortalezca con su oración la fe de su pastor, y a su vez se deje alentar por el testimonio de fe de quien le conduce, en nombre del único Pastor, a las aguas que calman la sed de eternidad.