En este mundo global, las sociedades mestizas e indígenas se encuentran perdidas entre su integración en este nuevo mundo del consumismo, en el que ocupan un lugar marginal, o encerrarse en sus tradiciones y costumbres, ligadas fuertemente a la religión, para intentar mantener su personalidad independiente, aunque en ello vaya su propia destrucción. Es el eterno enfrentamiento entre lo global y lo local, con un claro vencedor final, frente a unos ideales que no llegan a visualizar la lucha desproporcionada entre los dos.