El cristianismo es religión de la voz y de la palabra (atención, audición: Antiguo Testamento), pero es también religión del cuerpo y de la historia (mirada y contemplación: Nuevo Testamento). Es religión de exterioridad y de interioridad; por ello los sentidos corporales y los espirituales son igualmente importantes. Dios nos ha hablado y se nos ha dado en su Hijo, Palabra eterna encarnada en el tiempo, haciendo el camino de la vida con nosotros. Dios no es sin rostro. Cristo es la Faz humana de Dios: al contemplarle percibimos los rasgos personales de quien en él tiene historia y destino con nosotros. Junto a la lectura bíblica y a la reflexión teológica, este libro ha convocado a grandes pintores (El Greco, Velázquez, Grünewald, Goya, Gaugin...) para adivinar con la ayuda de casi un centenar de imágenes, que acompañan los textos, cómo Cristo es la trasparencia de Dios hacia el hombre y a la vez la trasparencia del hombre hacia Dios. Este libro recibió el Premio de la Crítica otorgado por el Instituto Castellano-leonés de la lengua en mayo de 2012.