Las cifras son alarmantes: más de ocho millones de personas pobres en Francia. De ellas, dos millones son menores de edad… Barrios periféricos, viviendas precarias, aislamiento, desigualdad en la educación, violencia, malnutrición… ¡Todo esto ocurre en el corazón de una sociedad opulenta! ¿Cómo es posible que hayamos llegado a esta paradoja: que existan tantos pobres en nuestros países ricos? Guy Gilbert lanza un grito de alarma ante esta realidad: urge que cada cual se cuestione a sí mismo, y haga cada día un gesto hacia los más desfavorecidos. Es necesario que cambiemos nuestra forma de mirar, que aprendamos a escuchar a quienes tienen dificultades, que les dediquemos nuestro tiempo y nuestra atención.