Es aleccionador leer lo que san Juan Bosco escribió en 1868: Maravillas de la Madre de Dios invocada bajo el título de María Auxiliadora. El lector se tiene que situar dos siglos atrás y leer con el corazón, no solo con la cabeza, para poder descubrir el celo mariano que anidaba en el corazón de Don Bosco. La obra tiene una finalidad clara: suscitar y consolidar la devoción a María Auxiliadora presentando esta advocación como propia de los tiempos modernos. Para ello, Don Bosco recorre la historia de la salvación y de la Iglesia hasta llegar a donde él quiere: el santuario de María Auxiliadora en Turín.