Después de la II Guerra Mundial, el proceso de reconstrucción del Viejo Continente comienza con unos acuerdos entre unos pocos países de la zona; y la razón económica parecía ocupar un lugar preferente en el proceso. Pero otros temas de gran trascendencia requerían, a su vez, una profunda consideración: era la necesidad de resaltar la común identidad cristiana de Europa, puesta de relieve por los padres fundadores de Unión de Europa. Con estas reflexiones se busca familiarizar al lector con el camino hacia la integración de Europa, que supuso un renovado concepto de unidad para sus gentes; idea que irá tomando cuerpo al redescubrir el soporte histórico común cristiano que les sustenta como pueblo y como continente.