La Teoría del partisano de Carl Schmitt constituye uno de los análisis más lúcidos de esta sugerente figura, la cual irrumpe en la historia con la guerrilla española que puso en jaque al ejército regular de Napoleón. «Gracias a este choque se abrieron nuevos espacios de guerra, se desarrollaron nuevas nociones de beligerancia y surgió una nueva teoría de la guerra y la política». Partiendo de esa chispa inicial, Schmitt reconstruye la evolución del partisano: de las teorías de Clausewitz al revolucionario de profesión, de Lenin a la «nación en armas» de Mao, hasta llegar al terrorismo en la Argelia francesa. Uniendo el rigor del jurista con la penetración del filósofo, Schmitt precisa los caracteres distintivos del combatiente irregular, esto es, de aquel que se sitúa al margen de la «enemistad convencional», con sus guerras domesticadas y circunscritas, para entrar en el ámbito de la «enemistad verdadera». El partisano cobra así, a sus ojos, el rango de un protagonista clave de la historia universal en el contexto del nuevo «nomos de la tierra», para acabar convirtiéndose, con la absolutización del partido y la criminalización del adversario de guerra, en portador de una «enemistad absoluta».