«Por un lado una sola mujer y múltiples libros; por el otro, un solo libro y múltiples amantes», escribe en El lago desconocido Jean-Yves Tadié, probablemente el mayor conocedor de Marcel Proust pero también un atento lector de la obra de Sigmund Freud. Proust asocia con esa bella imagen de un lago desconocido todo aquello que escapa a nuestro control y de donde emanan tantas verdades escondidas: el inconsciente. A lo largo de dieciocho breves capítulos, Tadié pasa revista uno tras otro a aquellos temas que ambos trataron casi simultáneamente, a pesar de que nunca llegaran a conocerse: los sueños, la memoria, la infancia, las mujeres, los celos...