Se habla mucho de Dios ante los niños; mucho más de lo que se suele hablar de Él entre adultos. Este simple hecho, ¿no será indicio de que se manipula a Dios y lo religioso, sea inconscientemente, sea con la pretensión mal orientada de educar al niño religiosamente? No es nada fácil la tarea de educar a los pequeños y, en cualquier respuesta a sus preguntas, en cualquier situación que se presenta de improviso, se puede desorientar gravemente la percepción infantil del mundo religioso. Así nos lo descubre este libro, con abundantes ejemplos de la vida ordinaria, sugiriendo los verdaderos caminos a seguir. Un libro lleno de experiencia pedagógica, que dará a los mayores, al mismo tiempo, la oportunidad de realizar nuevas experiencia de Dios que les harán crecer y avanzar en su postura creyente junto con los niños.