Este libro es dos mujeres. Dos mujeres que hablan como escriben y escriben como hablan. Es una novela-ensayo, es un diálogo. Un péndulo hipnótico, de tal modo que al final de la noche ambas se confunden en el punto inmóvil del amanecer que suprime el dos para que no sea posible distinguir cuál es cuál ni quién es quién. Se miran a los ojos y, sin leer ninguna obra, ven la historia que la otra quiere contar y aún no es, las ya contadas y sus lecturas que las atraviesan. Son dos personajes/textos que con su mirada oblicua sobre los hombres y su abismarse en la escritura se dedican a morder la realidad con los feroces colmillos de la teoría. ¿Cuál es su secreto? ¿Por qué se ríen? ¿Desde qué extraño sitio nos contemplan? ¿Qué febril vida reclaman? ¿Qué dicen esas dos? Ellas consiguen que nos olvidemos de nosotros. Con un imperioso conjuro nos seducen para que renunciemos al mundo y nos dediquemos únicamente a dejarnos envolver por la fragancia que dejan sus pasos (Isabel Mellado).