Boris Vian se inventó el escritor Vernon Sullivan, al que hizo autor de Escupiré sobre vuestras tumbas, parodia del género negro que, entre otros éxitos, consiguió enfurecer, y de qué manera, a la censura. Para no ser menos que Vian, su amigo Raymond Queneau –«ejemplo excepcional de escritor culto y sabio,» según Italo Calvino– se sacó de la manga el heterónimo Sally Mara: ingenua jovencita irlandesa capaz de escribir un divertidísimo remake de los folletines en boga en la época, o de relatar, en su Diario íntimo, sus vivencias de persona con los pies en el suelo, la cabeza en las nubes y el resto del cuerpo... digamos que el resto del cuerpo en permanente exploración sicalíptica. Hasta el punto de que, de su admirado «escritor culto y sabio» tuvo que decir Calvino: «Tengo la sensación de que hay obscenidades por todas partes (¿o soy yo, que estoy obsesionado?)». En resumen, una auténtica joya literaria del humor y la imaginación. Que es urgente leer hoy, antes de que vuelva la censura.