El libro está dirigido a todos los insafisfechos y frustrados con una Iglesia obsesionada por la ortodoxia doctrinal,la regulación sacramental y canónica precisa y sin fisuras. Un control riguroso jerárquico puede llegar a ser una involución y hasta desconocimiento de la tradición. No tiene por qué estar en peligro la comunión eclesial. Unidad y pluralidad deben presidir el comportamiento personal y comunitario de los cristianos en el mundo. La comunión eclesial no reside en plegarse ciegamente a la Jerarquía sino en la comunión con los pobres, para los pobres y como los pobres sin los que no hay real comunión cristiana. La Iglesia tiene floja caridad si no es así, aunque posea teóricamente una excelente profesión de fe y un ministerio estructurado. Los evangelizadores no conocemos bien a la gente y por eso fracasa la evangelización. El Vaticano 2º es el Concilio de la libertad de conciencia formada. La última palabra la tiene siempre el cristiano con elemental grado de madurez.