«Los regímenes totalitarios proclaman de modo unánime que la concepción de la verdad objetiva, una para todos, no tiene ningún sentido, y que el criterio de la “Verdad” no es un valor universal, sino su conformidad con el espíritu de la raza, de la nación o de la clase». La reflexión de Koyré sobre el papel de la mentira en el totalitarismo va más allá del marco temporal —1943— en el que escribió La función política de la mentira moderna. Hace que nos preguntemos si las sociedades democráticas no han mantenido la producción masiva de mentiras políticas, las formas de desinformación y de control de la opinión pública. Si en la vida pública no hemos llegado a una hipertrofia de la mentira. Pocas veces un texto tan breve ha hecho un diagnóstico tan riguroso y ha tenido una influencia tan grande, empezando por la concepción de las relaciones entre poder, verdad y política en la obra de Hannah Arendt.