La creación de un logotipo es siempre un proceso y el resultado de la razón y la emoción. Nunca debiéramos esperar que un logotipo se produzca por magia, azar o, mucho peor, por una iluminación, un rapto de buen gusto. Las marcas ideales pertenecen, al mundo inmaculado de las ideas. En ocasiones los diseñadores tenemos una perspectiva demasiado académica y estructurada y es el cliente quien nos pone los pies en el suelo y nos confronta con su realidad, y algunas veces es él quien argumenta desde el sentido común, desde el prejuicio o el mito, y nos toca a nosotros aportar el espíritu crítico y ayudarlo a revisar los clichés y encontrar una nueva forma de pensar su propio proyecto. Los signos que vamos a encontrar en estas páginas y aquellos otros que quedaron en el camino, son con seguridad el resultado de mucho trabajo, reflexión y corazón.