La vida de Antonio de Orleans, el hombre que quiso ser rey La historiografía biográfica hispana siempre ha mirado de soslayo al duque de Montpensier, en cuya bibliografía ha primado hasta ahora su perfil negativo y su papel de conspirador contra su cuñada Isabel II. Sin embargo, sin la figura de Antonio de Orleans, una persona comprometida con su tiempo y adelantado a su época en muchos aspectos, no pueden entenderse ni el desarrollo del devenir político de la etapa isabelina, ni la historia pequeña y grande de la casa de Borbón de España en los dos últimos siglos, ni los hechos políticos más notables de la segunda mitad del turbulento siglo XIX español. En esta biografía se nos presenta la personalidad del duque de Montpensier sin estridencias y, sobre todo, lejos de los tópicos maniqueos del duque naranjero, del ambicioso intrigante sin escrúpulos, o del hacedor de una fortuna por un mero deseo de lucro personal. Con un lenguaje sencillo, rico y directo, con pasión pero sin miopía, y con las fuentes en el centro del relato (los documentos de archivo, las cartas, la literatura, y la propia prensa de la época), hemos buceado con profundidad en las circunstancias que rodearon el asesinato del general Prim (aquí muy bien desveladas), en el duelo con el infante Enrique de Borbón o en el protagonismo del duque tanto en la revolución del 68 como en el proceso de la Restauración. También el conflicto diplomático surgido por los llamados matrimonios españoles. Y no se olvida de la influencia de las importantes redes de parentesco en la vida de Montpensier, la fundamental influencia sobre su persona y sobre su psicología del complejo proceso revolucionario francés con su rosario de exilios y privaciones para los Orleans. Todo es tratado aquí con minuciosidad y rigor, y nos acerca, más allá de su obsesión por el poder, a la personalidad de un hombre ilustrado, que comulgaba con el espíritu industrioso y abiertamente liberal de la Casa de Orleans, mecenas, amante de las artes y muy preocupado por las corrientes modernizadoras en el marco de un siglo XIX seducido por la idea del progreso a través de la regeneración política, de los principios beatíficos de la burguesía y del desarrollo de la industria, del arte y de la ciencia.