No llevan una capa que les haga volar, no se hacen invisibles y no traspasan paredes. Sus superpoderes son otros: una gran fuerza de voluntad, valentía a la hora de afrontar las adversidades, talento, perseverancia, optimismo, sentido del humor y, sobre todo, un enorme espíritu de superación. El deporte es su pasión, la palabra imposible no está en su vocabulario y cada día demuestran que los límites están sólo en nuestra mente. Si no, ¿cómo puede conducir una persona sin brazos? ¿O alguien al que un médico diagnostica que se quedará en silla de ruedas acabar haciendo ultramaratones de 100 kilómetros? ¿Cómo se esquía a 120 kilómetros/hora con sólo un 5% de visión? ¿O cómo alguien en silla de ruedas puede llegar a conquistar las mismas medallas que Michael Phelps en unos Juegos? Les ponen la etiqueta de discapacitados cuando son mucho más capaces que tú y que yo. Puede que te hayas cruzado con ellos por la calle y sólo te hayas fijado en su silla de ruedas, en su prótesis o en su perro guía, pero detrás de cada uno de ellos hay un superhéroe