Rafael Altamira y Crevea (Alicante, 1866-México, 1951) fue una personalidad compleja y múltiple, sin igual en la cultura española que se desarrolla entre el último tercio del siglo xix y la primera mitad del XX: catedrático de leyes, historiador y, en su juventud, crítico literario. Entre su actividad crítica sobresale La literatura y el realismo contemporáneo que salió a la luz, a lo largo de 1886, en La Ilustración Ibérica, una de las más prestigiosas revistas del momento. En rigor este estudio elegante, erudito y combativo era un libro que Altamira desechó reeditar más tarde, pues lo juzgaba hijo de unos valores estéticos que el modernismo cuestionaría en parte. La literatura y el realismo contemporáneo es, por tanto, un estudio no inédito pero sí de difícil acceso para los estudiosos de las letras decimonónicas, algunos de cuyos protagonistas tan visibles en sus páginas eran Dickens, Hawthorne, Flaubert, Zola, Daudet, Galdós o Clarín. Esta edición crítica fija definitivamente el texto altamirano, limpiándolo de cualquier errata, y analiza las fuentes de que se nutre para, con ello, revelar el paisaje ideológico de una época en que la «marcha tranquila» del realismo ganaría, por fin, la partida a los guardianes de la tradición.