Los problemas morales y políticos que la ciudad plantea a sus habitantes son bien concretos, tienen nombres y apellidos, no son abstractos salvo para ocultar a los responsables de la ordenación territorial, la llamada burbuja inmobiliaria o la separación entre zonas protegidas y cerradas y la gran intemperie de las casas de los pobres, que forman la mayoría del mundo habitado. Pensar las dimensiones dramáticas de la ciudad contemporánea al tiempo que se imaginan sus vías de solución constituyen el objetivo de este libro.