De entre todas las estrellas creadas por la explosión del pop de los sesenta, ninguna ha ejercido una influencia tan profunda y duradera en nuestra cultura como Bob Dylan. Otros pudieron ser más guapos, o vender más discos, o hacer una transición más lenta hacia las portadas de lo que hoy en día llamamos prensa rosa, pero ninguna ha influido de forma tan rotunda en nuestra concepción de lo que es posible hacer dentro de la música popular y, en particular, en las letras de las canciones. Ha sido el músico más innovador del pop: desde Hendrix hasta los Beatles, pasando por Eric Clapton, Leonard Cohen, The Beach Boys o Beck, prácticamente toda la música rock ha recibido, de una forma u otra, la influencia de la ambición creativa de Dylan. Prueba de ello es que, cuatro décadas después de su álbum de debut, sigue siendo un personaje inquieto y quijotesco, independiente de tendencias musicales, intensamente ecléctico, pero capaz de crear trabajos sensacionales.