Las palabras miran al lector, y no al revés. Dos textos que son dos ojos que te miran insistentemente, cambiando lo que ven, a ti. Un simple reflejo por un paisaje móvil, oscilante. Uno de los ojos abstrae, el otro divaga. Izquierdo y derecho. Uno se encierra, el otro vuela. En realidad un ojo verá y el otro viajará. La arquitectura, y la ciudad, también nos miran, porque no dejan de ser palabras. Ser miradas. Ser viaje.