Ser rehén es peor que estar en la cárcel. En la cárcel, sabes por qué estás allí y en qué fecha saldrás. Cuando eres rehén, ni siquiera tienes esas referencias. No tienes nada, asegura Christophe André, miembro de una ONG médica en la región del Cáucaso y secuestrado durante su primera misión humanitaria en 1997. Así da comienzo un cautiverio que no sabe cuándo terminará ni siquiera si saldrá vivo. Tras numerosos encuentros con él, Guy Delisle decide contar su historia. Un testimonio desgarrador, angustioso y, a veces, impredecible, en el que cada viñeta muestra las dudas y la larga espera de un hombre cuya vida puede interrumpirse en cualquier momento. El autor de Pyongyang, Shenzhen, Crónicas birmanas y Crónicas de Jerusalén consigue poner en imágenes de una gran sutileza la historia y peripecias de un rehén en Chechenia. Christophe André pasará en total 111 días en manos de sus secuestradores. El lector asiste a las reflexiones y a los altibajos en el estado de ánimo de un hombre sometido a un suspense continuo, a pesar de que su vida cotidiana se reduce a estar esposado en una pequeña habitación: unos rayos de sol que se cuelan a través de las planchas que tapian su única ventana constituyen su escaso contacto con el exterior.