Con esta obra, don José Godoy Alcántara fue premiado con una mayoría aplastante en el concurso convocado en 1868 por la Real Academia de la Historia, entidad que no dudó en publicar la obra, cuyo interés se mantiene a día de hoy. La religión, siempre en permanente conflicto con otras religiones y con sus propias ideas, así como el nacimiento de los estados modernos, hicieron que la sociedad necesitara autoafirmarse, dotándose para ello de textos que dibujaban un pasado glorioso y tan vetusto que siempre podía remontarse a tiempos del Imperio Romano. Godoy Alcántara y otros muchos eruditos y estudiosos de la Historia, se empeñaron en rebatir y contestar a todos esos falsos mitos que por el paso de los años ya parecían arraigados en la propia sociedad y en el sentir de sus gentes. Este impulso contestatario ha seguido hasta nuestros días y da muestras del buen hacer de los estudiosos e historiadores que trataron de erradicar las falsedades de textos en apariencia reales y fidedignos.