Es la mejor biografía de alta divulgación del jesuita Matteo Ricci (1552-1610). Su autora ilumina al personaje hoy considerado símbolo del encuentro entre dos culturas, la orienal y la occidental. Residió en China desde 1582 hasta su muerte en 1610 durante la dinastía Ming. Su gran carisma personal, su memoria prodigiosa, su talento poco común para las relaciones sociales y su conocimiento de las matemáticas, de la astronomía y de la geografía le convirtieron en un misionero que dejó huella. Tradujo en mandarín tratados de astronomía y escribió obras de argumento moral y religioso. A la vez fue un cartógrafo conocido en el mundo.