El hospital es el mejor lugar y el más seguro para parir, para nacer; los bebés deben dormir en su cunita y, lo antes posible, en su propia habitación; no hay que abusar de la teta; los niños son caprichosos y egoístas; los brazos los malcrían, los hacen débiles y dependientes
Estos son algunos de los ingredientes del paquete mental, cultural, con el que de un tiempo a esta parte (y especialmente por esta zona del mundo que creemos el no va más de la civilización y del progreso) afrontamos la maternidad y la crianza; presuntas verdades incuestionables que, sin embargo, la naturaleza (encarnada en esa unidad simbiótica que, si se les deja, forman una madre y su criatura), insobornable, se empeña en cuestionar. Con un lenguaje directo y ameno y un estilo entre el reportaje y el ensayo, Cama familiar, noches felices cuenta la experiencia de una pareja que al llegar su primer hijo se dejó llevar por el instinto (esa otra inteligencia adiestrada por millones de años de evolución para elegir lo adecuado según las circunstancias) y descubrió, con sorpresa, con alivio y con indisimulable alegría, que otras noches son posibles, que dormir con los hijos es tan seguro como agradable. José Luis Segura, periodista, entrelaza su historia particular con la de otros padres y madres contracorriente y con numerosos artículos, citas y fragmentos de libros y de estudios científicos que desmontan muchos de los falsos e interesados mitos acerca de los niños y, a la postre, de la naturaleza humana.