En las buenas y en las malas, Xabi Prieto siempre ha estado ahí. Desde el convulso trienio de penitencia en Segunda hasta el cuarto puesto y la participación en 2013 en la Liga de Campeones. 532 partidos en los que el ya eterno “10” ha defendido con orgullo y pasión el escudo de la Real, el único que ha vestido y, más importante aún, el único que ha querido vestir desde que era un niño. La industria futbolística ya no quiere jugadores que pongan el corazón por delante de la cabeza. Para que la rueda siga girando hacen falta traspasos, primas de fichaje, comisiones, premios individuales... Así es el fútbol del siglo XXI, un negocio que lo absorbe todo, también los sentimientos.