Con una novedosa reflexión sobre el arte y su espacio, servida con un lenguaje claro y riguroso, el autor lleva a cabo un intento de desmantelar los rasgos esenciales de la actitud del hombre urbano de las sociedades occidentales frente al paisaje industrial, los cambios del espacio como consecuencia de la integración de la escultura (pero no sólo) en la arquitectura y en el urbanismo, y la planificación del espacio que esto conlleva, una planificación sin duda política, tanto en su sentido griego como en el moderno.