En esta obra, Soloviev es el teólogo-filósofo de una modernidad que se transforma en posmodernidad. Con él comienza el esfuerzo de transportar la ascesis de transfiguración del monje ruso a la sociedad, a la historia, tratando de hacer ver cómo el cristianismo no puede ser ya adoración pasiva de Dios, sino obra activa con Dios. Se trata de una obra muy cercana a los grandes textos evangélicos que se compromete comentar. Explica las tres actitudes fundamentales que definen en forma clásica la existencia cristiana ?la oración, la limosna, el ayuno? y el Prólogo de Juan. Habla luego del Estado y de la sociedad según Cristo, donde el perfeccionamiento personal no puede separarse de la mejora de las relaciones sociales. Una obra que en su pureza es una notable síntesis teológica y espiritual de perenne actualidad. Asume el pensamiento de la evolución, tratando de reconciliar la lectura teológica y la científica de los orígenes del mundo: las formas superiores del mundo existen antes que las formas inferiores, aunque aparecen después. La evolución produce las condiciones necesarias para su manifestación: toda la naturaleza aspiraba al hombre, toda la historia al Dios-Hombre.