Hablar de teología es hablar de relación. Y solo de esta manera puede y debe entenderse la teología que se construya en el siglo xxi, si quiere ser fiel al Evangelio. Esta afirmación tan categórica puede sorprender. Pero, si miramos el mundo, nos daremos cuenta de que la realidad está exigiendo a gritos que así sea. Y así como Yahvé escuchó el clamor del pueblo cuando este estaba preso en Egipto y le liberó de la esclavitud, así hoy nosotros hemos de recoger ese grito que solicita un encuentro y se convierte en exigencia a la que hay que dar una respuesta. Si, además, volvemos la mirada al Evangelio, nos encontraremos con un Jesús de Nazaret que no para de relacionarse con sus coetáneos, y desde dicha relación y encuentro nos va hablando y haciéndonos descubrir quién es ese Dios al que llama Abbá. Un Abbá que ya nos introduce en el camino de la relación. Se trata de un término que mira a la intimidad, a la afectividad. En el fondo, a un estilo y una manera de relacionarse.