España y Portugal tienen una larga trayectoria, no exenta de conflictos, en la gestión de las aguas de las cuencas hidrográficas internacionales, que arranca con el «Tratado de Límites (1864)» y concluye con el «Protocolo de revisión del Convenio de Albufeira y de su Protocolo Adicional (en vigor desde 2009)». El hito que marca un cambio de rumbo en las relaciones hispano-lusas ha sido el Convenio de Albufeira (1998), que ha generado, además de la confianza entre ambos Estados, una cooperación intensa y amplia con unos resultados muy fructíferos a lo largo de los últimos tres lustros de aplicación. En este obra se recoge la información disponible, diversa y dispersa en distintas fuentes, y se elabora con datos oficiales un diagnóstico de la situación de cada una de las cuencas transfronterizas analizadas (Miño-Sil, Duero, Tajo y Guadiana), desde las siguientes perspectivas: -Medio físico y natural de cada cuenca hidrográfica -Demografía y sistema de asentamientos humanos (urbanos y rurales). -Socio-economía, en la escala municipal y de las cuencas en sus tramos español y portugués. -Legislaciones nacionales y Directivas Comunitarias. -Análisis del Plan Hidrológico Nacional y los Planes Hidrológicos de Cuenca de España. -De igual manera, adaptándonos a su singularidad administrativa, se hace el tratamiento para Portugal. Con una profusa ilustración gráfica, estadística y cartográfica, para hacer más amena la lectura, se abordan las dificultades en el planeamiento y la gestión de los recursos hídricos en ambos países ibéricos. Asimismo, con el análisis normativo se puede comprender mejor la destacada cooperación, desarrollada de manera muy equilibrada e innovadora, basada en el derecho internacional y de la Unión Europea, cuya fuente de inspiración es la Directiva Marco del Agua (DMA). En definitiva, el marco legal pretende proteger las Cuencas Hispano-Lusas, dando prioridad al uso sostenible de las mismas y a la participación pública en todas las fases de planeamiento y gestión de los diferentes usos. No obstante, cabe reseñar que la DMA entraña dificultades de aplicación en ambos países ibéricos, dada la desigual distribución e irregularidad de los recursos hídricos en el espacio y en el tiempo. Algo que no ocurre con la misma intensidad en los países de la Unión Europea, con una climatología menos adversa y limitante para el aprovechamiento de las aguas.