Una armada integrada por navios castellanos y aragoneses, ya bajo un mando único, materializa en las costas malagueñas la fuerza de la unión de los reinos construida durante el reinado de Isabel y Fernando. La boda de la primogénita de los reyes con el heredero de la corona portuguesa, junto con la toma de Granada, buscaban la conclusión del largo proceso de reunificación y reconquista de un reino español peninsular perdido tras la invasión árabe. El asedio de una plaza como Málaga, cuya guarnición había sido reforzada por musulmanes llegados del norte de Africa, requería cerrar su puerto y dedicar una nutrida hueste al cerco de su perímetro amurallado. La labor logística que llevó a la victoria fue notable e incluyó el transporte por tierra y mar de las piezas de la ya imprescindible artillería, llegando la pólvora a bordo de naves procedentes de Barcelona y Sicilia