Partiendo de sus propios recuerdos, de entrevistas con quienes les conocieron o de su investigación personal, W. G. Sebald escribe las biografías de cuatro personas que en un momento u otro de su existencia tuvieron que emigrar de su país de origen, o de sí mismos. Pero la obra no es sólo un conjunto de biografías de gente corriente, es una recuperación consciente de la memoria colectiva, un ejercicio poético de historia oral que se rebela contra quienes quieren olvidar. Biografías casi anónimas, de las que sólo aparecen en diminutas necrológicas, pero que distan mucho, como todas las historias bien contadas, de la banalidad. Sebald las rastrea -habla con los personajes, con sus conocidos, lee lo que escribieron, busca fotografías o las hace él mismo-, las reconstruye y les restituye una dignidad muy alejada de la épica, la de las vidas reales. En enero de 1984, me llegó la noticia desde S. que Paul Bereyter, quien había sido mi maestro en la escuela primaria, había puesto fin a su vida la noche del 30 de diciembre. El artículo necrológico aparecido en el diario local Anzeigeblatt, con las palabras "Duelo por un conciudadano muy querido" por título, que me fue enviado en el mismo sobre, no hacía alusión alguna al hecho de que Paul Bereyter había abandonado su vida por libre decisión o por un imperativo de autodestrucción.