Desde los años centrales del siglo XIX, los médicos fomentaron el uso clínico de la escritura con fines diagnósticos y terapéuticos en pacientes mentales. Se trataba de acercamientos clínicos, pero en ellos se tenía muy en cuenta la experiencia interna, subjetiva y emocional del paciente. Además, la escritura también es una muestra de las propias vivencias del sujeto, de su estado anímico y, sobre todo, de la experiencia de internamiento. Esta obra se centra en la Casa de Dementes de Santa Isabel, en Leganés, y en las cartas de unos internos que muestran sus preocupaciones, angustias y miedos, pero también sus resistencias y sus denuncias.